J.K. Rowling
Joanne Kathleen Rowling nació el 31 de julio de 1965 en la pequeña localidad británica de Chipping Sodbury, cerca de Bristol, en el suroeste de la isla. La escritora británica se ha hecho célebre por su serie de novelas dedicadas a las aventuras de Harry Potter, que se ha convertido en uno de los mayores fenómenos literarios de la historia.
La persona que ha hecho posible que muchos niños y adolescentes prefieran leer un libro a pasar las horas muertas delante del televisor es una tímida británica que se propuso escribir siete entregas de la serie, que equivalen a los cursos que el protagonista debe superar en la escuela de magia y hechicería a la que asiste cuando se escapa de la horrible realidad cotidiana en casa de sus mezquinos tíos.
Pero, paradójicamente, ella misma afirmaba que nunca pretendió escribir fantasía y que la idea le surgió a partir de sus propios recuerdos de la infancia. Prácticamente desconocida y con problemas económicos en la primera mitad de la década de los noventa, cuando vivía de una modesta pensión como desempleada, se ha convertido en una mujer rica y popular en Europa y sobre todo en Estados Unidos, donde multitudes de niños acompañados por sus padres soportan largas colas en las librerías para hacerse con las últimas aventuras del pequeño mago.
Rowling se matriculó en la Universidad de Exeter, donde, siguiendo el consejo paterno, estudió francés con el propósito de encontrar después un buen trabajo como secretaria bilingüe. Con los títulos de lengua y literatura francesas todavía relucientes, se trasladó a la sede de Amnistía Internacional en Londres para realizar un trabajo de investigación sobre las violaciones a los derechos humanos en el África francófona.
En Lisboa disfrutó enseñando su lengua materna a alumnos portugueses y tuvo bastante tiempo para escribir, su verdadera vocación. Allí conoció y se enamoró de Jorge Arantes, un periodista de la televisión portuguesa con el que contrajo matrimonio en octubre de 1992 y con quien, un año más tarde, tuvo una hija a la que llamó Jessica. Madre de una niña pequeña y sola en un país extranjero, en 1996 Joanne decidió regresar a Gran Bretaña y se instaló en la ciudad escocesa de Edimburgo, cerca de su hermana Dianne.
La tenaz profesora de francés pasó muchas tardes de su vida escribiendo «para sí misma» en un cálido café próximo a un pequeño apartamento sin calefacción en el que malvivía con su hija. Finalmente, la infatigable novelista logró una beca del Scottish Arts Council que le permitió concluir, cinco años después de empezada, la que entonces era la obra de su vida: Harry Potter y la piedra filosofal.
Rowling se matriculó en la Universidad de Exeter, donde, siguiendo el consejo paterno, estudió francés con el propósito de encontrar después un buen trabajo como secretaria bilingüe. Con los títulos de lengua y literatura francesas todavía relucientes, se trasladó a la sede de Amnistía Internacional en Londres para realizar un trabajo de investigación sobre las violaciones a los derechos humanos en el África francófona.
En Lisboa disfrutó enseñando su lengua materna a alumnos portugueses y tuvo bastante tiempo para escribir, su verdadera vocación. Allí conoció y se enamoró de Jorge Arantes, un periodista de la televisión portuguesa con el que contrajo matrimonio en octubre de 1992 y con quien, un año más tarde, tuvo una hija a la que llamó Jessica. Madre de una niña pequeña y sola en un país extranjero, en 1996 Joanne decidió regresar a Gran Bretaña y se instaló en la ciudad escocesa de Edimburgo, cerca de su hermana Dianne.
La tenaz profesora de francés pasó muchas tardes de su vida escribiendo «para sí misma» en un cálido café próximo a un pequeño apartamento sin calefacción en el que malvivía con su hija. Finalmente, la infatigable novelista logró una beca del Scottish Arts Council que le permitió concluir, cinco años después de empezada, la que entonces era la obra de su vida: Harry Potter y la piedra filosofal.
Recorrió sin éxito con la copia mecanografiada por ella misma editoriales del prestigio de Penguin y Harper Collins, hasta que en 1997 consiguió por fin que la prestigiosa firma británica Bloomsbury publicara el libro. Pocos meses después, Scholastic Press compró los derechos de la novela para Estados Unidos, por una suma superior a los 14,5 millones de pesetas, una cifra muy importante para un libro infantil. Rowling empezó a ser popular en su propio país, y durante los primeros meses se vio ampliamente superada por la situación, sin poder escribir ni una sola línea.
A punto de acabar el segundo libro de la serie, entró en una fase crítica y llegó a pensar que estaba escribiendo «basura», según confesaría tiempo después en una entrevista.
Tuvo que dejar de escribir en el mismo café debido al acoso de admiradores y curiosos, que convirtieron el local en lugar de peregrinación, y adoptó una postura defensiva frente a las intromisiones en su vida privada. Después decidió dejar las clases definitivamente para dedicarse por entero a lo que siempre había anhelado: escribir.
La realidad del extraordinario éxito superó ampliamente todas las expectativas de las editoriales británica y estadounidense que lo habían publicado. Las posteriores ediciones de los siguientes libros de la serie (Harry Potter y la cámara secreta y El prisionero de Azkabán) reafirmaron el éxito inicial y dieron lugar a un fenómeno literario, al que la prensa denominó «pottermanía».
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